Prueba realizada por Gaby Esono
Uno tiene ya cierta edad, para qué nos vamos a engañar. A veces se me olvida y actúo como aquel chaval que tenía envidia de la mala de los dueños de los Peugeot 205 GTi o Renault Clio 16V (y más tarde el Williams, por supuesto).
No tenía presente ese recuerdo el día que me confirmaron que podía ir a recoger el Ford Fiesta ST, toda una semana para mí después de haberlo exprimido en el circuito de Montmeló, junto a su hermano mayor, el Ford Focus ST. Y, sin embargo, ocurrió algo que te devolvió a mi realidad de hace, no exagero nada, más de 20 años.
Un CD que alguien había olvidado en el equipo de audio contenía canciones que no oía hacía más de una década. De repente, me sorprendía a mí mismo perpetrando a grito pelado el «Fight the power» de Public Enemy, con las ventanillas del coche bajadas y el volumen a tope. Me dio un poco de vergüenza, lo reconozco; no sé si por estar haciéndolo ahora, a mi edad, o por haberlo hecho demasiadas veces el siglo pasado…
El Ford Fiesta ST es uno de los pocos coches que quedan en los que, a priori, parece que se han querido respetar las reglas básicas para un deportivo asequible de iniciación, esas que comenzaron a ponerse en práctica en los lejanos años ’80: una estética que no deje margen de duda sobre su planteamiento, pero sin excesos; un motor con la potencia suficiente para hacer sonrojar a más de un compacto premium; un peso ligero que le dé sentido a todo lo anterior; y comportamiento que anime conducirlo cualquier día a cualquier hora. Me dejo una: un precio asequible para un público amplio, aunque tú y yo sabemos que, hoy en día, gente que realmente sepa valorar un coche como éste queda más bien poca.
Y eso no será porque las marcas no lo sigan intentando. Renault y Peugeot, ahora con el Clio RS y el 208 GTi respectivamente, nunca han dejado de militar en el club de los pequeños rabiosos. Lo mismo que el SEAT Ibiza Cupra o el Volkswagen Polo GTi, aunque ahora con el Polo R WRC lo han llevado al extremo.
Entonces, ¿qué propone Ford para emocionar con el Fiesta ST más que los demás?
Un rato de Public Enemy es divertido como toque nostálgico, pero cuando se trata de conducir en serio, y el Ford Fiesta ST invita a hacerlo, lo mejor es apagar el equipo de audio Sony y ponerse manos a la obra.
Lo que Ford ha conseguido con esta familia de motores EcoBoost tiene mucho mérito. Se ha apoyado, como casi todo el mundo, en la filosofía downsizing de reducción de cilindradas. Dicen que es la mejor manera de acotar los consumos y, en consecuencia, las emisiones. Pero hay formas y formas.
La de los ingenieros de la firma del óvalo puede considerarse magnífica. Han desarrollado un bloque cuyo rendimiento es de referencia.
Los 182 CV de potencia y 240 Nm de par motor (hasta 290 Nm, puntualmente, gracias a la función overboost) que entrega al eje delantero el motor 1.6 EcoBoost con su combinación de turbo e inyección directa de gasolina no suponen un récord en esta cilindrada (el antiguo Mini John Cooper Works GP se reservaba ese derecho), pero la forma como llegan al suelo son una base perfecta para conseguir que nos olvidemos de las prestaciones puras escritas en un papel (0 a 100 km/h en 6,9 segundos no son fáciles de olvidar…), para que sean las emociones las que ocupen su lugar. Y ahí sí que hay pureza de verdad.
Lo que empieza como una sugerencia a muy bajas vueltas, muy pronto se convierte en advertencia: «Soy pequeño y me gusta jugar, pero me gusta jugar en serio». Te juro que oí como me susurraba esta frase al oído cuando, nada más recogerlo, comencé a colarme entre el tráfico como si fuera De la Rosa con su coche de radiocontrol.
Pero no me va hacer el macarra en la ciudad, de modo que en cuanto pude me fui a buscar una carretera con muchas curvas.
Lo dicho, la entrega de potencia es de las que erizan el vello. Acelera como un poseso y recupera con una facilidad que sólo se espera de motores de mayor cilindrada. Lo sé porque me sentía obligado a hacer alguna recuperación en marchas largas, un poco a mi pesar, por eso de ver cómo iba en baja. Y va estupendamente, sobre todo a partir de las 1.400 rpm aproximadamente.
Tanto es así, que casi de inmediato lo que me pedía el cuerpo era pisar embrague y empuñar la palanca de cambios una y mil veces. Reducir marchas; frenar; acelerar; subir marchas… Sólo por tener la ocasión de probar esta combinación de motor y cambio, en la que el efecto turbo y su sonido subido de tono te vuelven como loco entre las 3.500 y las 5.000 rpm, ya merecía la pena subirse al Ford Fiesta ST. Y todo a cambio de un consumo que, durante la prueba, se fue hasa los 9,3 l/100 km. ¿Alejado de los 5,9 l/100 km que ha homologado Ford? Por supuesto, como en el 90% de los casos. ¿Excelente teniendo en cuenta que hice un uso intensivo del coche los días que lo tuve? Ya te digo ahora que sí. Y, sin embargo, increíblemente, su motor no es lo mejor del coche.
Que un coche te diga cosas cuando estás tratando de buscar sus límites no tiene precio. Bueno sí, pero en el caso de este pequeño diablo, te puedo asegurar que vale cada euro que Ford pide por él. Con 15 mm menos de altura respecto a sus hermanos de gama, las suspensiones del ST con duras, como debe ser. El tren delantero siempre va exactamente donde le mandas, así de preciso es el condenado, tanto más cuanto más lo seas tú, claro está.
En cualquier caso, la ayuda del Torque Vectoring Control, imperceptible para quien no tenga los sentidos bien entrenados, ayuda a limitar el subviraje a los que padezcan de pie derecho precipitado a la salida de las curvas. Se trata de un dispositivo electrónico que frena la rueda interior cuando comienza a perder tracción en el viraje, con lo que se logra un efecto similar al de un diferencial autoblocante, pero bastante más atenuado, porque no llegas a notar que afecte a la dirección.
Y entonces, sabiendo esto, han dejado que el trasero se deje llevar por tus indicaciones. Recuerdo que a este tipo de reacciones se la solía llamar diversión al volante, pero es una experiencia que experimento cada vez con menos frecuencia. Quizá es que con la edad me estoy haciendo más exigente, pero alegrías como las que me ha dado este pequeñín azul son una especie en extinción hoy en día. Al menos a este precio.
Me quedo con el sonido del Ford Fiesta ST. Sólo eso ya compensa el que quizá no sea el coche con los mejores plásticos de su segmento. Tampoco diría que el diseño de su salpicadero resulte especialmente atractivo. Pero para cuando te das cuenta ya es demasiado tarde, porque te has sentado en unos asientos Recaro magníficos, que sí son de referencia.
Es curioso como puede cambiar la impresión de un coche con algo que nunca ves cuando conduces. Sin ser unos bacquets, sí te sujetan con la firmeza que uno necesita cuando llegan las curvas. Y, de paso, te hacen sentir que estás en un deportivo. Igual que su motor. Igual que su bastidor.
Otros detalles específicos de esta versión, como el volante con el logo ST, tapizado en cuero como el fuelle de la palanca, o los pedales de aluminio, también contribuyen a crear la atmósfera por la que uno -también- paga.
Por lo demás, el Ford Fiesta ST es uno más de una gama propia de un coche popular, uno de esos pocos coches cuyo nombre todo el mundo conoce.
Por eso, teniendo en cuenta su posicionamiento dentro del catálogo del Fiesta, puede que esté de más mencionar la habitabilidad trasera justa, o que al plegarse, los asientos posteriores no dejen una supeficie plana, un mal endémico cada vez en más coches de los segmentos A, B y C.
El Ford Fiesta ST es un coche tan capaz de rejuvenecer al pureta como de hacer sentir al joven conductor algo parecido a lo que, probablemente, se sentía hace 30 años al volante de un XR2.
Convenientemente actualizado, y con un motor emocionante hasta decir basta, esta generación del ST mantiene ese sabor a conducción pura que mucho me temo que acabaremos perdiendo más pronto que tarde.
Para quienes conducir todavía signifique trazar y apurar frenadas, buscar el corte para subir de marcha y, por qué no, hacer el punta-talón para las reducciones, este pequeño deportivo es probablemente una de las últimas oportunidades de sentir la felicidad casi plena a un precio razonable.
Todas las ventajas que ofrece el ST son también parte de su hándicap. Frente al refinamiento que exhiben sus rivales más señalados, este Fiesta parece un poco rudo, carente de los compromisos que muchas de las marcas han asumido que hay que cumplir para satisfacer a una generación de conductores que, me da la sensación, estamos cada vez más acomodados.
Ford pide por el Fiesta ST unos razonables 22.350 euros (con el descuento, queda en la barrera de los 20.000 euros), una bicoca teniendo en cuenta que a cambio nos dan un polivalente de prestaciones y, sobre todo, sensaciones, de deportivo pequeño de los de antes.
Entre los equipamientos que incluye de serie este acabado se pueden contar el climatizador automático, la radio Sony, el sistema de conectividad Sync o los fantásticos asientos Recaro calefactados.
La marca ha dejado, pues, poco espacio para la personalización para un coche que, de serie, ya es muy personal.
La unidad de la prueba montaba todas las opciones disponibles, que se limitan a la pintura metalizada (este azul cuesta 425 euros), el paquete ST Style (llantas de 17 pulgadas de 5 radios pintadas en gris y pinzas de freno pintadas en rojo, por 150 euros), el paquete visibilidad (retrovisor interior antideslumbrante, cristales posteriores oscurecidos y botón de arranque, 215 euros), el control de crucero (150 euros) y el parabrisas calefactable (200 euros).
Layo Ráser
Hola, completísimo informe, enhorabuena! Me estoy planteando comprarlo, ahora que aumentan los rumores de la llegada del RS este año o a principios del próximo tengo algunas dudas. Entiendo que es una buena compra pero dudo si esperar al lanzamiento del más potente. Se comenta que el RS podría alcanzar los 24/ 25 mil euros con 246 hp. Me gustaría que me aconsejarais porque para alguien con una economía limitada como la mía es una decisión importante…
Un saludo a toda la afición ; )
Gaby Esono
Muchas gracias!
Respecto al Fiesta RS, lo cierto es que, de momento, no hay nada oficial y todo lo que se ha publicado con especulaciones. Probables, sí, pero sin confirmar, con lo que si finalmente sale al mercado todavía le falta bastante.
Dicho esto, después de lo bien que lo pasamos con el ST, para nosotros sería una compra estupenda. Con más de 80 CV más, y aunque al final se decidieran a montar tracción a las 4 ruedas, es muy difícil que consigan hacer un coche tan equilibrado como el ST, divertido pero utilizable para el día a día.
Un saludo!