Prueba realizada por Gaby Esono
La relación entre el mundo de la bici y el de los coches no es algo extraño. Algunas marcas, en su mayoría premium, tiran de sus respectivos departamentos de diseño para crear bicicletas de lo más pintonas, desarrolladas con materiales ligeros y, en algunos casos, con soluciones tecnológicas poco comunes.
Smart es, de todas ellas, la que tiene menos dificultades para justificar la presencia de este tipo de producto en su catálogo. Desde siempre ha sido una marca claramente enfocada en el ámbito urbano; no sólo con el smart fortwo, sino también en sus antiguos intentos con coches más grandes –el smart forfour, que pronto tendráun sucesor basado en la plataforma del nuevo Renault Twingo- o con los más deportivos, como fue el smart roadster.
Por eso, vender la idea de una bici como la smart ebike (o smart electric bike), que permita moverse ágilmente por la ciudad puede entenderse como una prolongación del concepto de movilidad urbana por el que se postula smart.
La clara implicación de Daimler en esta marca, la propietaria de Mercedes-Benz, obliga de alguna manera a ofrecer un algo más, aparte de que sea una bici eléctrica, que justifique la presencia de estos vehículos en la misma exposición que los lujosos modelos de la firma de la estrella. Ahora te explico dónde estáese “algo más”.
Si bien en las fotos de los catálogos el diseño de la smart ebike es espectacular, cuando estás a su lado la impresión que da es más acorde con su talante de bici de paseo.
Es cómoda de utilizar gracias a la peculiar arquitectura del cuadro de aluminio, que aloja los 3,3 kg de peso de la batería extraíble en la posición más baja y centrada posible. Se trata de un acumulador de iones de litio que trabaja con una tensión de 48 V y dispone de una capacidad de 423 Wh.
También llama la atención la transmisión mediante correa dentada (118 dientes), hecha de fibra de carbono por el especialista Gates, que conecta un plato delantero fijo de 50 dientes con otro trasero de 22, intercambiable opcionalmente con un plato de 20 o de 24 dientes. En el interior del cubo se encuentran el cambio de 3 marchas y el motor eléctrico, denominado BionX.
En su configuración europea continental, este motor entrega 250 W de potencia (200 W en el Reino Unido; 350 W en EEUU), que equivalen a 0,34 CV. Cifra modesta, ciertamente, pero no hay que dejarse engañar. El par motor, 35 Nm, triplica el de cualquier scooter de 125 cc, y es lo que al final define el comportamiento de la smart electric bike, que se mueve con gran agilidad pese a sus 26,1 kg de peso.
Respecto a lo que comentaba antes del «algo más», se hace evidente en que se ha recurrido a materiales de gran calidad para redondear el conjunto: neumáticos Continental EcoContact Plus, frenos de disco hidráulicos firmados por Magura con discos de 180 mm de diámetro, dirección CaneCreek, horquilla de aluminio, luces LED de Busch&Müller, o puños y pedales de Ergon.
Usar la smart ebike requiere un breve proceso de aprendizaje. Sobre el manillar, un cuadro de mandos cuenta con una pantalla que indica no solo la velocidad, sino también la carga de la batería o en quémodo estamos circulando.
Y es que la smart electric bike permite varios tipos de utilización seleccionables mediante un mando ubicado en el lado izquierdo del manillar. Dependiendo de las condiciones de marcha o de la motivación de cada uno, se puede recargar mientras se avanza (con cuatro niveles de carga en el modo alternador), circular de forma libre (como una bici normal) o bien disfrutar del empuje del apoyo del motor eléctrico mientras pedaleamos (con otros cuatro niveles de aporte de par en el modo asistencia).
Recargar la batería implica, lógicamente, un sobresfuerzo para avanzar, porque hay que vencer la resistencia del motor para generar la energía necesaria. Y si estás en forma igual te lo tomas como un reto, pero la dificultad en las rampas se multiplica sensiblemente. En las pendientes, en cambio, sirve incluso como freno motor suplementario a los propios frenos.
La posición de asistencia, por su parte, también necesita de un tiempo de adaptación antes de lanzarse a lo loco por la ciudad. Lo primero que hay que tener en cuenta es que el motor eléctrico no empuja por sísolo, sino que actúa únicamente cuando hemos empezado a pedalear. Yo notéque con una revolución tenía suficiente para activarse y, a partir de ahí, el aporte de fuerza es constante mientras sigas avanzando con los pedales.
Una vez te haces a la idea de que hay más potencia en tus piernas de lo que creías, el siguiente paso es aprender a medirla. Ya en el primer nivel la sensación que tienes, al menos en terreno llano, es de que te embalas bastante.
Y de bastante pasa a mucho cuando pasas al nivel cuatro, en el que el par máximo, te recuerdo, supera de largo el de la mayoría de motos con las que uno se cruza en la calle, y ello obliga a prestar mucha más atención a los frenos, de tacto muy agradable y potencia suficiente.
La smart ebike es una bici diferente. Aunque no es la única bici eléctrica del mercado, síes una de las pocas que llaman la atención y que cuenta con un diseño cuidado.
La alta calidad de sus componentes y acabados también ayudan a que a uno le apetezca lucirla, aunque más que lucirla, el caso es que la respuesta de su motor eléctrico hace que desaparezcan los pretextos para usarla, en forma de subidas en el trayecto.
Cuando estás sobre la smart ebike, sea en movimiento o en parado, sus más de 26 kg de peso pasan bastante desapercibidos. Ahora bien, si tienes que subirla por unas escaleras la historia cambia un poco.
Su precio, 3.100 euros con IVA, es otro de los aspectos que pueden frenar la difusión de esta bicicleta eléctrica, que además sólo está disponible en los concesionarios smart y Mercedes-Benz.