Cuando BMW compró Rolls-Royce hace algo más de una década, no fueron pocas las voces que pusieron el grito en el cielo. Hoy, lo acertado de la idea queda demostrado por la necesidad de Mercedes-Benz de resucitar Maybach para poder enfrentarse de tú a tú con los coches que lucen el espíritu del éxtasis sobre el frontal.
Para una marca en la que la tradición es uno de los signos de identidad más representativos, la llegada de un fabricante alemán podía poner en peligro gran parte de los valores que la firma británica ha convertido en bandera en sus más de 100 años de historia.
La realidad, sin embargo, ha sido que BMW ha sabido modernizar los productos de Rolls sin que por ello hayan perdido un ápice de su rancio abolengo. Como prueba de ello tenemos el Rolls-Royce 200EX, un prototipo de 5 plazas que fue presentado a principios de marzo en el Salón de Ginebra y que supone un paso revolucionario para una marca como ésta. Tomando como base el nuevo Serie 7, los ingenieros de la isla han creado un modelo que derivará en el Ghost.
La nueva limusina mide 5.399 mm de longitud, 210 mm menos que un Phantom Coupé, por 1.948 mm de ancho. Su carrocería de cuatro puertas, que acogerá a 5 ocupantes, se distingue por la orientación en la que se abren las puertas traseras, en el lado contrario al sentido de la marcha. Los neumáticos que equipaba el 200EX eran unos 255/45 delante y 285/40 detrás, calzados sobre unas impresionantes llantas de 20″. Otro de los detalles relevantes tiene que ver con su motorización. Será un poderoso V12 turboalimentado de origen BMW con 6.6 litros de cilindrada que, especialmente puesto a punto para el futuro Ghost, entregará una potencia de 507 CV, transmitida al eje trasero mediante una caja de cambios automática de ZF con 8 relaciones.