Redacción (París).- La edición limitada a 333 unidades del R8 más apropiado para rodar en circuito ha visto incrementada su potencia hasta los 560 CV gracias a las modificaciones en la gestión electrónica de su V10, pero el principal esfuerzo tecnológico se ha aplicado en la reducción del peso.
Los técnicos de Audi han ido arañando gramos de casi todos los componentes que forman el vehículo para dejar el peso total en 1.525 kg, 100 kg menos que el R8 convencional. Algunos de los nuevos componentes incorporados al R8 GT se han realizado en la predecible fibra de carbono, pero también se han empleado plásticos, titanio ligero y el omnipresente aluminio.
Para empezar, el R8 GT ha prescindido de la mayoría de elementos superfluos que sí se incorporan en el R8 V10 convencional. La mayoría de modificaciones exteriores se han encaminado a reducir el peso, otras a mejorar la aerodinámica, o en el mejor de los casos, ambas.
Es el caso de los nuevos sideblades laterales de fibra de carbono, que dirigen el flujo de aire hacia motor. Las modificaciones de la parte trasera son las más evidentes, con un spoiler rígido realizado en fibra de carbono que ahorra 1,2 kg respecto al modelo de serie. Los paragolpes son también de fibra de carbono, pero para el marco del motor se ha utilizado magnesio ultraligero.
Con todo, la mayoría de modificaciones introducidas en el R8 GT son imperceptibles a la vista, aunque no a la báscula. El parabrisas está confeccionado con un vidrio más delgado, y el vano motor es de policarbonato ligero, al igual que el portón trasero. La chapa del capó delantero, de aluminio, es también algo más delgada que en el modelo original. Incluso las carcasas de los intermitentes exteriores están fabricadas en fibra de carbono sobre una base de aluminio.
Saltan a la vista nuevamente las modificaciones en el espectacular habitáculo, en el que se ha prescindido de buena parte de los elementos de confort y se ha colocado una moqueta ligera que ha conseguido arrancar 7,9 kg al modelo de base.