Redacción (París).-El segmento D es el más importante en cuanto a volumen de ventas en los principales mercados europeos.
Aunque no es una ley escrita, lo cierto es que cualquier fabricante que quiera hacerse con una parte del pastel automovilístico en el Viejo Continente tiene que tomarse muy en serio el desarrollo de un coche de este tipo.
Kia por fin lo ha hecho y, con el Optima, aporta mucho más que una mera evolución del Magentis, su anterior berlina media-alta. Sobre su nuevo bastidor, que cuenta con una distancia entre ejes mayor (2.795 mm) se ha montado una carrocería más larga y, sobre todo, más atractiva.
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No es que el anterior sedán fuera feo, pero las clásicas proporciones de tres volúmenes parecen ahora muy caducas al lado del perfil casi coupé con el que se ha vestido el Kia Optima.
También los interiores han ganado en prestancia, muy necesaria para cualquier coche que mida más de 4,8 metros de longitud.
Y como no sólo de prestancia vive el automóvil, resulta que la calidad de los materiales y ajustes ha dado un salto exponencial respecto a lo visto hasta ahora en la marca.
Calidad y amplitud van, pues, de la mano en el Optima, un modelo que sin embargo contará con una gama de motores muy reducida.
Hasta la fecha, sólo se han anunciado un nuevo propulsor diésel 1.7 ‘U2’ con turbo de geometría variable y 136 CV, así como un 2.0 CVVL, siglas en inglés de alzado continuamente variable de las válvulas, gracias al cual alcanzará los 170 CV.