La presencia de Carlos Sainz en la presentación del Volkswagen Polo R WRC era una sorpresa relativa, no en vano el piloto madrileño mantiene una estrecha relación con la firma alemana en los últimos tiempos (la victoria en el Dakar de 2011 fue su mejor premio), y ha contribuido decisivamente en la puesta a punto del coche con el que Sebastien Ogier está dominando el Campeonato del Mundo de Rallies.
Volkswagen, en consecuencia, no quiere dejar pasar la más mínima oportunidad para hacer notar su presencia en este certamen, y contó con Sainz para que explicara sus impresiones sobre los dos Polo WRC, el de carreras y el de calle. Respecto al de competición, aseguraba que uno de sus principales puntos fuertes era la facilidad de conducción, además de una altísima estabilidad gracias, entre otras cosas, al bajo centro de gravedad obtenido.
Sobre sus opciones a alzarse con el campeonato en el año de su debut, el bicampeón mundial de rallies se mostraba sin embargo bastante prudente: «La experiencia me ha enseñado a ser cauto. Es verdad que las sensaciones son muy positivas, pero en las carreras nunca se sabe lo que puede pasar». No negó, en cualquier caso, que Volkswagen tiene muchas posibilidades de hacerse, al menos, con uno de los dos títulos, el de pilotos o el de marcas.
Pero el coche que se encuentra en el stand de la marca era el Polo R WRC, así que la mayor parte de la presentación la dedicó a explicar la polivalencia del pequeño GTI de Wolfsburg, ya que los 220 CV y 350 Nm que su motor 2.0 TSI envía a las ruedas delanteras lo definen como un deportivo de muy altas prestaciones, pero a la vez permiten utilizarlo como un coche para el día a día. Eso sí, Carlos Sainz lo veía más bien como un coche para gente joven.
Lo cierto es que con este Polo Volkswagen se pone a la cabeza de un segmento que tal vez, debido a los tiempos que vivimos, no tenga tanta repercusión a nivel de ventas como hace unos años, pero que sigue siendo el mejor escaparate para las gamas de los polivalentes de cada marca. Quitando al especialísimo y exclusivísimo Audi A1 quattro, ninguno llega a este nivel de potencia y par, debido sobre todo a que en todos los casos recurren a motores 1.6 que, gracias a la inyección directa de gasolina y al turbo, rondan los 200 CV de potencia, como es el caso del Peugeot 208 GTi o el Renault Clio RS, mientras que el Mini Cooper S requiere de la preparación John Cooper Works para alcanzar los 218 CV.