El Renault Espace ha sido “berlinizado”. Ese sería el titular de la presentación en el Salón de París 2014 del monovolumen de la Régie, el pionero de un segmento que hoy cede terreno a la invasión de los SUV.
Si esto es así, ¿por qué insiste Renault en ofrecer un familiar grande? Pues, en realidad, porque el nuevo Espace, heredero directo del Initiale Paris mostrado en el pasado Salón de Ginebra, es menos familiar y más berlina: es más bajo, pero la altura respecto al suelo ha aumentado. Así, por una parte se da cierta impresión de crossover, porque el público es lo que pide, pero a la vez se matiza ese aspecto de furgoneta casi inevitable en un monovolumen, a poco que se pretenda que tenga cierta modularidad.
En definitiva, lo que se ha buscado con el nuevo Renault Espace es volver a ocupar un espacio –valga la redundancia- en el segmento E siguiendo la tradición de la marca, aparcada tras el fin de la producción del Renault Vel Satis con un más que conservador Renault Latitude. De esta manera, la firma gala se reposiciona de nuevo en el segmento de las berlinas de lujo, pero a su manera de siempre, y amplía la distancia con el actual Renault Laguna, que en su siguiente generación subirá un peldaño (“Superlaguna”, lo llaman en la marca) y tendrá un planteamiento más elitista. Aunque para ello aún faltan un par de años.
Hasta entonces, esta quinta generación del Renault Espace se plantea como su primera opción premium. La longitud es exactamente la misma que el anterior Renault Grand Espace, aunque en esta ocasión no habrá dos carrocerías distintas, sino una sola que podrá albergar 5 o 7 plazas opcionalmente.
Al entrar en el coche lo primero que se nota es una mejora sensible de la calidad percibida, aunque sigue habiendo detalles de épocas anteriores, como el mando satélite en la columna de dirección para control del audio o el (plásticos duros en las zonas menos a la vista. Llama la atención un concepto interior nuevo en la marca, con el cuadro de instrumentos muy centrado y concentrado, que cambia en función del modo de conducción activado, y claramente separado del resto del salpicadero, presidido por una pantalla táctil y continuado por una consola central en la que aparece un mando giratorio multifunción.
También sorprende la elección de motores, todos de 1,6 litros de cilindrada, pese que la marca asegura que el peso del conjunto se ha rebajado en 250 kg respecto a su precedesor. Al inicio de su comercialización habrá tres opciones. Por potencia, el tope de gama será el 1.6 Energy TCe de 200 CV, una evolución del que monta el Renault Clio R.S., adaptado a las exigencias de una carrocería mucho mayor. Irá asociado a una nueva versión del automático EDC de doble embrague, que por primera vez cuenta con 7 velocidades.
El nuevo propulsor 1.6 dCi Twin Turbo será el más potente de la oferta diésel, y contará con el cambio EDC de seis marchas de serie. Su sistema de sobrealimentación biturbo le permite alcanzar los 160 CV de potencia y un par motor de 380 Nm desde 1.750 rpm, lo que hoy representan los valores más sobresalientes en un motor diésel de esta cilindrada.
La versión de acceso a la gama será el 1.6 dCi de 130 CV (par motor de 320 Nm desde 1.750 rpm), unido a un cambio manual de 6 relaciones.
A nivel de conducción, el sistema Multi-Sense promete dar un paso adelante en cuanto a versatilidad de utilización en carretera. En esencia se trata de un dispositivo que permite gestionar el sistema 4Control de dirección a las cuatro ruedas que estrenó el Renault Laguna, la amortiguación variable, la respuesta de la dirección, el motor y la transmisión EDC, y además varía la presentación de la instrumentación, el sonido del motor y la luz de ambiente del interior.