Prueba SEAT Ibiza FR 2.0 TDI: pequeño gran trotador

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Prueba realizada por Gabriel Esono

Cuando un SEAT lleva adheridas las letras F (Formula) y R (Racing) en algún lugar de su carrocería, la primera reacción, que normalmente suele ser la más acertada, es la de dar un paso atrás y cambiar el gesto.

Huelga decir que, con la excepción del Exeo (y en un futuro inmediato el nuevo Audi Q3), todos los productos salidos de la planta de Martorell tienen un carácter más bien popular y han sido concebidos para venderse como churros.

Los FR también, pero menos. Porque si bien los Reference, Stylance y Sport son versiones a las que se ha querido dotar de un cierto sello dinámico, es a partir de los FR y, naturalmente, los Cupra, donde las prestaciones y el comportamiento en carretera cobran una dimensión que merece un mayor respeto. Eso, y su acertado maquillaje, distintivo pero razonablemente discreto, es lo que hace que sean mirados con otros ojos.

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La versión TDI 143 CV del Ibiza FR llegó al mercado unos cuantos meses después que el 1.4 TSI con turbo y compresor, y lo hace con argumentos que, en principio, podrían parecer muy similares. Hoy en día, montar un motor de más de 140 CV en la carrocería de un utilitario ya permite considerarlo como un deportivo, aunque por encima todavía hay un escalón que ronda los 180-200 CV.

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Todos ellos, desde el SEAT Ibiza Cupra, Volkswagen Polo GTI y Skoda Fabia RS, hasta el Renault Clio Sport cuentan con motores que ofrecen cifras de par similares a las del tetracilindrico common-rail de esta prueba. Para despuntar en potencia máxima, sin embargo, es necesario ir a buscarla 2.000 rpm más arriba que en el TDI del Grupo Volkswagen.

Normalmente, el 2.0 TDI no debería entrar de ninguna manera en esta guerra. Sin embargo, entre que ninguno de sus rivales naturales está a la misma altura por potencia (como el Fiat Punto Evo 1.6 Multijet 120 CV o el Opel Corsa 1.7 CDTi de 125 CV), y que además lleva puestos los galones FR, creo que es toda una provocación que merece ser analizada.

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La costumbre de SEAT de unir un motor TDI a unas siglas deportivas viene de lejos. Ya la segunda generación del Ibiza contaba con las versiones GT 1.9 TDI 110 CV que andaban un rato largo. Lo mismo se puede decir de la serie posterior, cuya versión FR extraía del mismo bloque 130 CV gracias a los inyectores bomba, tan eficientes como rudos y ruidosos.

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En esta ocasión, con la esperada difusión de la tecnología common-rail a la gama de motores diésel del consorcio alemán, el superior refinamiento de este sistema de alimentación ha permitido solucionar el principal defecto de los motores TDI.

Ahora bien, tal y como hemos podido comprobar en este Ibiza, la mayor suavidad y silencio de marcha alcanzados también han afectado a la forma como estos propulsores entregan la potencia, que ahora son menos brutales y nerviosos que antes. Esto, que en general es un rasgo que sólo debería merecer aplausos, resulta un poco decepcionante si lo que buscamos es prestación pura, tal y como promete el símbolo FR del portón trasero de este SEAT Ibiza.

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La realidad es que el coche corre más y lo hace mejor, con una entrega de potencia suave pero consistente durante un amplio rango de revoluciones. Pero precisamente, como es menos brusco, las sensaciones que provoca generan menos adrenalina que las que entregaba su nervioso predecesor. Es lo que tiene hace coches mejores, que a menudo conlleva consigo un mayor filtro de lo que está ocurriendo fuera.

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Ello también lo coloca en clara desventaja respecto a los radicales modelos con los que, de forma totalmente injusta, lo he comparado en la introducción. Por mucho que los defensores del gasóleo consideren que un par elevado (320 Nm a partir de 1.750 rpm ciertamente lo es) permite rivalizar de tú a tú con los gasolina, al final los 30 CV o 40 CV de diferencia se dejan notar, nos pongamos como nos pongamos.

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Por ese motivo, el SEAT Ibiza FR TDI en realidad merece una clasificación aparte, una dedicada a grandes rodadores de tamaño contenido, que permita hacer largos viajes a un ritmo altísimo sin miedo a arruinarse en el intento.

En ese sentido, el utilitario de SEAT no tiene ningún rival en el mercado y, si somos buenos usando su delicioso cambio manual de 6 velocidades, conseguiremos medias de consumo extraordinariamente bajas para todo lo que es capaz de correr este coche. Oficialmente son 4,6 l/100 km, pero los 5,5 l/100 km que nos gastó a nosotros son como para tener en cuenta si tu intención es irte a Finlandia con él.

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Antes de empezar a explicar lo que nos ha pasado en el apartado del comportamiento, hay que hacer mención a un pequeño dato de la ficha técnica. El Ibiza FR 1.4 TSI, con la carrocería de 5 puertas y el cambio DSG de serie, pesa 1.192 kg. El FR 2.0 TDI que, propulsor y transmisión aparte, es técnicamente calcado al gasolina, se va hasta los 1.270 kg.

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Para entendernos, es como si ataras al colega gordo de tu grupo de amigos sobre el capó y te liaras a hacer curvas. No sería lo mismo que sin él, ¿verdad?

Pues algo así es lo que ocurre con el Ibiza FR TDI en comparación con su hermano gasolina. La gran diferencia de peso colgado sobre el eje delantero condiciona de forma definitiva su comportamiento en curva, menos ágil que el del TSI. La física manda, sobre todo en coches tan pequeños, y las inercias se hacen notar con claridad, más en los tramos muy virados que en los más abiertos, donde su motor de «coche grande» lo mantiene a un nivel mucho más satisfactorio.

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El TR TDI compensa la relativa pereza del tren delantero a la hora de otear los vértices con una salida brillante a poco que seamos previsores con el uso del cambio. El autoblocante XDS, por su parte, también ayuda lo suyo y ayuda a mitigar la inevitable tendencia al subviraje sin que al volante se note apenas nada su actuación.

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En cualquier caso, hay que tener en cuenta que el equipo de frenos, con discos ventilados de 288 mm de diámetro delante y 232 mm detrás es el mismo en el TDI y el TSI, con lo que la capacidad de frenada, excelente en trato normal y no tan normal, se resiente antes que en el gasolina cuando practicamos una conducción al límite muy prolongada.

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Una de las ventajas de haber probado varios SEAT Ibiza desde que salió al mercado es que puedes comprobar cómo la marca va puliendo pequeños detalles de ajuste que mejoran la sensación de calidad general, ya de salida bastante mejor que en anteriores Ibiza.

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La calidad de materiales se encuentra dentro de la media de lo que es habitual en su segmento y los detalles distintivos de la versión FR, como el bordado de los asientos deportivos, las costuras en rojo o el símbolo FR en el volante, hacen que uno tenga claro que se encuentra en una versión privilegiada del pequeño de SEAT.

Además, la marca ofrece opciones de personalización como el Paquete Carbono, que por 192,13 € incluye la visera del cuadro, el marco de la radio y los radios del volante de dicho material.

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La carrocería de 5 puertas proporciona el lógico plus de practicidad y comodidad respecto a la del SC, más deportiva. Teniendo en cuenta que el Ibiza FR con el motor 2.0 TDI parece mejor adaptado a trayectos maratonianos que a tramos de rally, para mí está claro que la combinación que hemos probado es la ideal, sobre todo teniendo en cuenta que sólo cuesta 340 € más.

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Pero todo esto, una vez subidos en el coche, tiene una importancia relativa si se compara con los buenos modos con los que te trata cuando inicias la marcha. La suspensión es más bien dura, pero no insufrible, y el sonido del motor, inconfundiblemente diésel, ya ha dejado de ser un argumento a favor de los defensores de la gasolina a ultranza.

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El precio de salida de 19.900 € del SEAT Ibiza FR 2.0 TDI 143 lo coloca 1.040 € por debajo de su homónimo de gasolina, el 1.4 TSI que incluye el cambio DSG de serie. Quizá la diferencia de precio esté justificada precisamente por la transmisión, aunque para elegir entre uno y otro habría que valorar, más que nunca, el tipo de uso que se va a hacer de él.

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Los dos sirven perfectamente para los que adoran conducir, pero con este diésel los viajes largos se harán más cortos y, al volver a casa, cerrarás el coche pensando en conectarte a Internet para decidir dónde vas a largarte las próximas vacaciones.

Por la vida a bordo no tendrás que preocuparte, porque cuenta con el climatizador y la radio de serie, así como los airbags de rigor.

Entre las opciones interesantes se encuentran el Paquete Almacenaje (cajones bajo asiento, redes en maletero y apoyabrazos delantero, 163,32 €), los airbags de cortina más los laterales (211,34 €), los faros bixenón (638,84 €) o el Bluetooth con USB (365,05 €), así como el techo panorámico (614,82 €) o el paquete técnico (sensor de lluvia, sensor de parking, retrovisor interior antideslumbrante, por 331,42 €).

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Desde bien crío, cuando empecé a leer revistas de coches, una de las cosas que me llamaban la atención era la ecuanimidad y distancia con la que, en la mayoría de las ocasiones, escribían los periodistas del motor.

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Supongo que es normal, porque si un probador se deja llevar por los sentimientos o por sus preferencias personales corre el riesgo de perder de vista el objetivo de su profesión, que es la de analizar el coche y transmitirlo tal cual le ha parecido.

En Cochesafondo.com, a menudo, nos sale ese mismo talante cuando escribimos nuestras pruebas. Por ese motivo nos sacamos de la manga este último apartado, «Desde dentro», para expresar más nuestra experiencia como conductores que lo que el coche es en sí mismo.

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Pues a mí, este Ibiza FR, me ha trasladado a hace justo 10 años atrás, cuando estaba decidiendo qué coche me quería comprar. Aunque en aquella época la diferencia de prestaciones entre gasolina y diésel comenzaba a estrecharse, la disyuntiva seguía siendo clara: si querías correr, gasolina; si querías viajar, diésel.

Con ese coche fui he estado en ciudades como Berlín o Ginebra, Sevilla, Vigo o, no hace demasiado, en la preciosa Florencia. Cierto es, sin embargo, que ya no me cruzo con ningún Renault 19 16S al que dejar atrás, y tampoco los busco…

Hoy, el SEAT Ibiza FR TDI permite correr cuando te apetece y, sin embargo, lo que más me apetecía hacer con él eran kilómetros y kilómetros. Como hace 10 años.

Creo que sí, si hubiera existido, me lo habría comprado.

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