Prueba realizada por Roger Escriche
El último y profundo restyling del Skoda Octavia mantuvo la mirada puesta en el sentido clásico de la elegancia, aunque como veremos esto no significa necesariamente abandonarse a unas mecánicas y a una forma de entender la funcionalidad anticuadas.
El motor de 1.4 litros TSI y 122 CV es, además de uno de los paradigmas más avanzados del downsizing en el Grupo Volkswagen, la versión de acceso de gasolina para el Octavia, el último motor en incorporarse a la gama después de sustituir al 1.6 FSI de 115 CV. Este propulsor sólo se ofrece en el acabado Trend, que también es el más básico.
El Skoda Octavia comparte plataforma con el Volkswagen Golf, el Audi A3 y el SEAT León, lo que le convertiría más en un compacto sobredimensionado que en una berlina media. La realidad, sin embargo, es que contar con un bastidor del segmento inferior permite al modelo checo continuar siendo una referencia en cuanto a precios razonables en un segmento, el de las berlinas de tres volúmenes, en el que hay casi de todo.
Más cerca de la inspiración clásica, el Volvo S40 cuenta con una versión de acceso de gasolina de 1.6 litros y 100 CV que se ofrece por un precio similar, mientras que en el Grupo Volkswagen nos topamos con el Exeo de SEAT, por el mismo precio en la versión 1.8 de 102 CV.
El Renault Laguna y el Ford Mondeo arrancan un poco más arriba, sobre los 25.000 €, mientras que el Peugeot 407 cuenta con un 1.8 16v de gasolina con 123 CV por algo menos del precio del Skoda Octavia, algo parecido al Citroën C5 1.8i de 125 CV. Las líneas modernizadas del Insignia, en su versión de 1.8 litros y 140 CV, añaden unos 2.000 € al precio de la berlina checa.
El único capaz de superar claramente al Skoda en precio es el Chevrolet Epica LTX, disponible con el motor de 2.0 litros y 143 CV desde los 19.850 €, pero aquí, al downsizing no se le espera.
La mecánica de 1.4 litros TSI que monta el Skoda Octavia se está convirtiendo en uno de los paradigmas de prestaciones y consumo contenido en el Grupo Volkswagen, o lo que es lo mismo, downsizing en estado puro. Entrega sus 122 CV a 5.000 rpm y los 200 Nm de par máximo entre 1.500 rpm y 4.000 rpm gracias a la combinación de la inyección directa de gasolina y la sobrealimentación.
Este perfecto motor de acceso para berlinas medias va escalando posiciones en el rango de propulsores a medida que el tamaño del vehículo se va reduciendo. En SEAT, la versión de 150 CV del mismo bloque empuja el brioso Ibiza SC FR que ya tuvimos ocasión de probar, pero sus 122 CV se atreven de igual forma con los 1.429 kg del Volkswagen Passat Variant.
Cuando este versátil propulsor relevó el 1.6 litros FSI de 115 CV se pretendía ofrecer más potencia, pero muy especialmente mayor disponibilidad de par a bajas vueltas y menor consumo. La realidad es que, montado en el Skoda Octavia, ofrece dos caras muy diferenciadas. Los 200 Nm de par máximo parecen insuficientes para mover con soltura el coche a bajas revoluciones, pero tiene la ventaja que su rapidez de reacciones permite buscar con facilidad más arriba la potencia necesaria.
En una berlina del talante cómodo como el Skoda Octavia esto tiene sus virtudes. Conducir sosegadamente mantiene los consumos a raya, mientras que si se necesitan prestaciones, pues allí están, porque no olvidemos que este pequeño 1.4 litros TSI es capaz de mover los 1.265 kg del vehículo de 0 a 100 km/h por debajo de los 10 segundos.
El motor esta asociado a un cambio manual de seis velocidades con una palanca de tacto algo frágil, pero suficientemente precisa. También se puede optar por el cambio robotizado DSG previo desembolso de unos 1.700 €, que no sería una cifra en absoluto descabellada puesto que la rapidez de la transmisión sería de gran ayuda para un propulsor menos brillante abajo.
En cuanto a consumos, pasa algo parecido. Una conducción tranquila puede sacar muchísimo partido al hecho de tener que llenar sólo 1.390 cc para situarse alrededor de los 6,6 l/100 km en ciclo combinado oficiales.
La prestancia clásica del Skoda Octavia se reafirma en su comportamiento dinámico en carretera, básicamente enfocado a la comodidad. Las suspensiones tirando a blandas lo convierten en un buen rodador -algo a lo que también contribuye un motor de cilindrada contenida, en este caso para mantener los consumos a raya, y su generoso espacio en el habitáculo.
En conducción más dinámica, los 4,56 m de longitud del Octavia, que cuenta con un eje trasero multibrazo con barra estabilizadora, se mueven con suficiente soltura. En apoyos muy firmes ofrece un comportamiento asentado con la previsible tendencia al subviraje y sin balanceos incómodos de la carrocería.
En la dirección se ha primado también la comodidad de uso, con una asistencia bastante suave que no se hace esponjosa. Un uso intensivo del motor dejará ver que una escasa cilindrada tiene necesariamente sus límites, y uno de ellos es la sonoridad, que en determinados regímenes de giro no encaja con la elegancia visual del Octavia.
El vehículo monta de serie neumáticos 195/65 R15, unas medidas completamente apropiadas para las prestaciones y el peso del vehículo. Si tenemos en cuenta que la última moda entre los fabricantes es la de sobredimensionar el calzado de sus berlinas de tres volúmenes para reforzar su prestancia visual -aumentando a la vez los consumos y limitando la capacidad de aceleración, por supuesto-, unos neumáticos de esta talla son casi un ejercicio de cordura.
Uno de los aspectos destacables del Skoda Octavia es cómo se ha sabido dotar de una buena practicidad el interior de un coche de proporciones completamente clásicas. La firma checa ya flirtea en el Roomster con conceptos de volumen exterior más modernos, pero eso no significa que no evolucione el diseño en todos los segmentos.
Para empezar, el acceso a todas las plazas del vehículo es muy bueno gracias a unas puertas enormes. Los ocupantes traseros gozan de uno de los mayores espacios en su categoría, y el puesto de conducción cuenta con varios ajustes incluso en la versión de acceso Trend que permiten encontrar con facilidad una posición cómoda al volante.
Con el maletero sucede exactamente lo mismo. Exteriormente, el Skoda Octavia parece una berlina de tres volúmenes con un portón diminuto para el maletero en el que cargar ciertos bultos puede ser una tarea complicada. Pero no. La puerta del maletero se abre -electromecánicamente- hasta el techo del vehículo, nos ofrece en todo su esplendor 560 litros de un espacio de carga totalmente aprovechable y, atención al dato, una rueda de repuesto del mismo tamaño que el resto, algo que en los tiempos que corren se está convirtiendo en una auténtica rareza.
El maletero puede alcanzar los 1.420 litros con los asientos traseros abatidos, con lo que estamos hablando de uno de los espacios de carga más amplios de su clase.
El acabado Trend ofrece un nivel de equipamiento interior y de seguridad pasiva suficiente, con retrovisores ajustables eléctricamente, airbags delanteros, laterales y de cabeza, aunque incluye otros elementos menos evolucionados como una radio CD bastante básica. El equipamiento en seguridad activa, por el contrario, ya es muy completo desde as versiones iniciales, y cuenta con ABS, MBA, MSR, ASR, EBD y ESP con sistema de corrección de la dirección DSR, HBA y EDL.
Por último, la insonorización del habitáculo es un aspecto todavía mejorable en el Skoda Octavia. El motor no es especialmente silencioso a altas revoluciones y se deja notar en el interior.
En un momento en que los fabricantes intentan diferenciar a toda costa sus berlinas de tres volúmenes de las de la competencia y a menudo recurren a planteamientos estéticos más próximos a versiones coupé, a llantas vertiginosas y a neumáticos desmesurados, Skoda ha optado con bastante acierto por sacar todo el partido posible a una configuración que mantiene en todos los sentidos las proporciones estrictamente clásicas.
Sin ser un coche barato, el Skoda Octavia se continua manteniendo como una de las referencias en cuanto a precios razonables dentro de su segmento. La versión de acceso Trend con el motor 1.4 TSI está disponible desde 21.020 €. Para los que deseen acabados y equipamiento de grado superior, Skoda nos invita a conocer las versiones Laurin & Klement, que también montan mecánicas más prestacionales como el 1.8 TSI de 160 CV y 2.0 TDI de 140 CV.
Aunque las versiones de acceso están habitualmente concebidas para que el precio final del producto no se encarezca absurdamente, el equipamiento opcional del Skoda Octavia 1.4 TSI Trend es bastante extenso.
Puede montar llantas de 17 pulgadas por 87 € -aunque no está disponible la suspensión deportiva-, sensor de aparcamiento delantero y trasero por 650 €, asientos delanteros calefactables por 190 €, faros de xenon por 880 €, control de presión de neumáticos por 50 €, climatizador bizona por 625 €, radio CD MP3 con pantalla táctil por 280 €, dos opciones de navegadores por 860 € y 1700 €, techo solar eléctrico por 860 €, sensor de lluvia y espejo retrovisor fotosensible por 185 €.
Quien tuvo la oportunidad de conducir un Skoda a principios de los 90 podrá sin duda recordar ese tacto tan típico de los coches del este, una de las peores escuelas en cuanto a placer de conducción se refiere.
No era sólo una posición de conducción anticuada -por no decir incómoda-, era una dirección totalmente imprecisa y unos mandos comparables a los de un ordenador de la época, que hoy en día causarían estupefacción a cualquier aprendiz de informático.
Es evidente que la cosas han cambiado mucho. Éxito comercial a parte, en las creaciones de la firma checa se aprecia el gusto por la propia tradición -es una de la pocas marcas centenarias que todavía gozan de salud- tanto como la capacidad para sacar partido de su pertenencia a uno de los mayores grupos automovilísticos del momento.
Downsizing y clasicismo, tradición y practicidad.