Prueba Skoda Octavia Combi 2.0 TDI 140 DSG: baño de racionalidad

Prueba realizada por Roger Escriche

Skoda lleva unos años dotando a todos sus modelos de un talante familiar del que el Octavia Combi es uno de sus máximos exponentes. Todo se desarrolla en un formato clásico, con dos volúmenes y medio (que parecen tres) para la berlina y la tradicional carrocería break que traemos a Cochesafondo.com, donde la estética está al servicio de la funcionalidad.

Por eso decimos que el Octavia Combi es uno de sus máximos exponentes, porque partiendo de una plataforma relativamente pequeña, la del Volkswagen Golf, el SEAT León, y el Audi A3, se propone jugar a ser una auténtica

berlina media, con virtudes como rodador y, por encima de todo, con un habitáculo práctico, cómodo y con espacio disponible para todos. Veremos hasta donde llega.

Por allí rondando hay bastantes carrocerías familiares con distancias entre ejes parecidas, porque el segmento de público al que aspira el Skoda Octavia Combi es extenso y suculento. De entrada la tienen el Ford Focus, el Peugeot 308, el Opel Astra y el Renault Mégane, además de su primo el Volkswagen Golf. Ni más ni menos que cinco de los grandes superventas de la categoría.

La combinación entre esta variante de 140 CV del conocido 2.0 TDI del Grupo Volkswagen y el cambio de doble embrague DSG es una garantía que este apartado va a ser bastante favorable al Skoda Octavia Combi.

Un motor moderno y eficiente, uno de los más eficientes de su categoría según el baremo particular de Cochesafondo.com, unido a un cambio versátil y veloz es siempre una pareja con futuro. En primer lugar porque este 2,0 litros TDI con sistema de inyección directa common-rail nos ofrece un rango de utilización bastante amplio y un empuje destacable en la gama media de revoluciones, y en segundo lugar porque precisamente la versatilidad del DSG consigue que el cambio se adapte bien al funcionamiento del Octavia.

Esta unidad diésel del Grupo Volkswagen nos ha mostrado caras bastante diferentes siempre que lo hemos probado, desde una cierta deportividad en modelos más pequeños como el SEAT Ibiza FR o el Audi A3, hasta su buen hacer como rutero en máquinas de mayor volumen como el SEAT Exeo, por no citar el SEAT Alhambra o el Volkswagen California.

En el caso del familiar checo, las sensaciones al volante se decantan por la suavidad del segundo grupo, porque si hay un par de características que encajan como anillo al dedo en este propulsor son precisamente estas, suavidad y eficiencia. Este bloque de 140 CV, de hecho, se ha ganado el apelativo de Bluemotion y Ecomotive en algunos modelos grandes de Volkswagen y SEAT respectivamente, y será por algo.

En nuestra prueba finalizó con un consumo medio algo engañoso de 7,5 l/100 km, y decimos engañoso porque con toda probabilidad estuvo penalizado por la última parte del recorrido, que fue estrictamente urbana. Es decir, 1,5 l/100 km por encima de los 6,0 l/100 km que anuncia el fabricante para el ciclo combinado pero 0,4 l/100 km por debajo del consumo previsto para recorridos urbanos. Resumiendo, un punto positivo.

En este aspecto Skoda también parece que lo tenía muy claro cuando desarrolló el Octavia Combi. Si el coche tiene aspiraciones reales de berlina media, el comportamiento tiene que estar también a la altura: cómodo, debidamente aposentado para realizar buenas tiradas de kilómetros, suave en su funcionamiento… y sin aspiraciones deportivas. Para esto último, en los concesionarios de la firma checa nos dirigirán muy amablemente a la esquina donde se encuentre el Octavia RS.

La calidad de rodadura tiene bastante que ver con un solvente esquema de suspensiones que comienza a ser moneda común entre las plataformas compactas, y que está formado por un McPherson con triángulos inferiores y barra estabilizadora delante y multibrazo con estabilizadora detrás.

En el Octavia todo ello está enfocado a la comodidad a través de unas suspensiones que son bastante blandas, para lo bueno y para lo malo.

Este rodar casi refinado combina además perfectamente con un aislamiento acústico que nos ha parecido bastante destacable con este motor de sonoridad discreta. Un círculo de comodidad que se cierra nuevamente con la transmisión DSG, que es rápida cuando lo que buscamos es comportamiento, pero en un automóvil de talante tranquilo como el Skoda Octavia Combi nos entrega un punto más de confort.

Aquí primero hablaremos de centímetros, porque en Skoda parece que saben cómo manejar la cinta métrica cuando se trata de diseñar habitáculos. Esto es lo que hemos pensado, por ejemplo, al abrir un maletero de 580 litros de capacidad, nada más y nada menos que 75 litros más que el Volkswagen Golf Variant con el que comparte plataforma, y esto con solo 35 mm más de carrocería.

Eso no significa que en Skoda piensen en emplear el Octavia Combi como una especie de vehículo comercial, porque la amplitud del maletero convive con unas cotas de habitabilidad realmente buenas tanto en las plazas delanteras como en las traseras. Se sienten donde se sienten, los ocupantes se sentirán bien tratados. La tapicería no tiene un tacto maravilloso, pero el mullido de los asientos es realmente confortable.

Por lo tanto estamos hablando de un vehículo muy afinado en cuanto a interior, y con un maletero enorme se mire por donde se mire. Incluso el aspecto de la zona de carga con los asientos abatidos nos pareció muy aceptable, habida cuenta que suele ser el talón de Aquiles de la mayoría de coches de su segmento, y esto incluye por supuesto a (casi) todas las marcas del Grupo Volkswagen.

Y todavía ha sobrado el espacio suficiente para colocar una rueda de repuesto de las de verdad, algo que merece ser subrayado con rotulador rojo teniendo en cuenta la tendencia actual de los fabricantes a reducir costes en aquello que no se ve a primera vista. No se verá, añadimos, pero cuando hace falta puede que te acuerdes de los progenitores de más de un director de marketing.

Todo lo mencionado anteriormente es una cuestión de números, pero también hay lugar para las sensaciones. El tacto del salpicadero, por ejemplo, nos ha parecido sorprendentemente bueno. Como suele ser habitual, a medida que nos alejamos de las zonas visibles los materiales van perdiendo calidad, pero la sensación general es buena.

Desde luego todo se mantiene dentro de un perfil de sobriedad propio de Skoda, sin demasiado color y con las cosas donde se supone que tienen que estar, sin alardes de ningún tipo ni excesivas concesiones a la fantasía. Ahora bien, esto también significa que cuestiones como la ergonomía y el manejo de todos los mandos están también bien resueltas.

Es cierto que los enemigos naturales del Skoda Octavia Combi tendrían que ser las variantes familiares del segmento de los compactos, léase Golf Variant u otras máquinas de su género. Sin embargo, después de bajarse del Octavia el cuerpo pide otra cosa muy diferente, porque la marca checa ha conseguido reducir a la mínima expresión las desventajas de desarrollar este familiar desde una plataforma relativamente pequeña.

El Skoda Octavia Combi transmite sensaciones de coche grande, y esto se ha conseguido básicamente con mucho sentido común y sin perderse en pequeñeces. Podrá gustar más o menos su corte clásico, pero este es un coche realmente práctico y bien concebido.

Desde luego que en Skoda no venden duros a cuatro pesetas, pero tampoco podría decirse que para adquirir uno de sus modelos tengamos que pagar por el escudo que llevan incrustado.

Aquí los precios arrancan en los 23.020 € del más modesto 1.6 TDI GreenLine, mientras que la versión más poderosa del familiar es el 2.0 TSI RS de 200 CV. Con todo, los 31.900 € de esta variante no son el techo absoluto, que la firma checa ha reservado a la opción con el mismo propulsor de la prueba y el acabado de lujo Laurin & Klement, que se comercializa a partir de 32.910 €.

El precio de partida de la unidad de la prueba es de 28.700 €. El acabado Executive añade a la ya cargada lista de equipamiento Collection básicamente equipamiento de confort sin llegar al refinamiento en materiales de Laurin & Klement ni a la estética deportiva del RS. Buena parte de todo ello está disponible sin embargo opcionalmente, y por lo general los precios no son desorbitados.

Al contrario que otras marcas, que cargan una imagen asociada que se ha ido solidificando a base de años, Skoda se ha ido implantando en el mercado español un poco a la sombra de Volkswagen. Si en la casa madre hacían coches solventes, cómodos y bien acabados, en Skoda hacían un poco lo mismo pero más económico. Y ahí nos quedamos.

Seguramente, esta sensación es causa directa de un planteamiento más práctico que pasional como marca, algo que sin embargo no parece que le vaya nada mal a la firma checa, puesto que sus cifras de ventas no paran de aumentar con el paso de los años. De momento no hemos oído a nadie que cuestione su futuro, y tal como están las cosas tiene mérito.

Después de este Octavia, por nosotros la imagen asociada a la marca tendría que ser la de coches familiares. Y prácticos, obviamente. Y también bien paridos, lo suficientemente como para llegar a un sector de público al que busca un vehículo que cumpla con lo que se espera de un vehículo, no de un cartel publicitario.

Porque también está bien disfrutar de un cielo como el de las fotos mientras se conduce. A veces (pocas, siendo sinceros) madrugar tiene premio. Bajo esa inesperada explosión de colores celestiales, hubiera quedado bien hasta… no sé, hasta una moto.